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"LAVOE: THE UNTOLD STORY"
POR ALEJANDRO CARPIO
“Los estudiantes que ‘defienden sus derechos’ en realidad son pocos. Y están solos. Son sólo treinta o cuarenta y a nadie le importan. A nadie le interesan. El pueblo les da la espalda. Al pueblo no le interesan. El pueblo no sabe y no hay manera de que sepa sus reclamos. Su lucha es inútil Es muy difícil. Los estudiantes están solos. Su lucha no vale la pena. Nada vale la pena. Nada”.
Esto resume el estado de ánimo con el que los espectadores salen luego de ver Lavoe: The Untold Story. La desesperanza que comunica la película es tan intensa, el sentimiento de soledad y desesperación tan irascible, que el público presiente, en cada uno de los latidos de sus venas, la inminencia de la muerte y la final descomposición física.
Casi al principio de la película, la madre de Héctor Lavoe le pide una promesa: que no descanse hasta alcanzar cada uno de sus sueños. El niño no responde inmediatamente, porque de seguro no entiende, por razones de edad. Más adelante veremos un rico lechón a la vara.
Con el paso del tiempo, Héctor Lavoe crece, rodeado de carros de la época. Aún siendo niño canta con voz doblada, para la delectación de sus compatriotas. El joven cantante confiesa que admira a Daniel Santos y poco después otro niño le grita “¡Héctor, se nos muere mami!”, rodeado asimismo de carros de la época.
Pero la figura paternal se molesta. “Algún día voy a poner el nombre de Ponce bien en alto”, dice el niño, quien sueña con una vida mejor. “¿Por qué te empeñas en ir allá?”, pregunta la figura paternal. El público comprende que Lavoe se lo juró a su madre, aun cuando no sabía ni hablar. La cámara desenfocada es una metáfora de una vida desenfocada. Resulta, entendemos inmediatamente, que todo es un vago recuerdo en una cama de hospital.
Héctor parte para Nueva York con sólo 17 años, pero llega hecho todo un hombre. Literalmente. El viaje aéreo, en aquella época, duraba décadas, lo que explica que el niño de repente se torne en Raúl Carbonell, el legendario histrión boricua que cumple con la agotadora misión de hacer parecer a Marc Anthony como si fuera Robert DeNiro. Lavoe es nada más y nada menos que el baby brother (sic) de la India y mueve su Puerto Rican ass (sic) en dirección hacia ella.
Lavoe empieza desde abajo, desde las cunetas. Conoce a un gordo que se llama Yomo. Conoce a alguien que le pregunta: “What’s your fool name again?”, lo cual es tremenda pregunta, no porque quede duda de quién es (se trata de Papo Swing), sino porque se hace en inglés. Ningún actor habla inglés en la vida real, a pesar de los juegos de palabras a granel. La lucha parricida entre el nom du père La Voz y el nom du guerre Lavoe se conjuga en la observación sobre este último: “It’s got a good buzz to it”. A good voz. Alguien, además, hace el papel de Jerry Masucci. O algo así.
Entre bigotes falsos y banderas reales se cuecen habas. En una escena enternecedora e incoherente Lavoe conoce a Johny Cuba. Más adelante, dirá Lavoe: “It’s been crazy. Panamá. Colombia. Perú. The world is crazy”, lo cual recoge muchos de los planteamientos del film. Más tarde irá a Zaire a que un babalao le lea su futuro.
Lo que parece que será la carrera meteórica de un muchacho pobre con voz fañosa en la Gran Manzana empieza a cobrar visos alucinantes. Hay varias mujeres en la vida de Lavoe: una de ellas comenta “I got what it takes”, que, según el subtítulo, traduce como “Yo tengo la melaza”. Esta mirada sobria al mundo de la música se aleja de películas que intentan embellecer el mundo de la música y las drogas. Por ejemplo, una mujer embarazada por Lavoe habla con un familiar y le dice: “Virginia, don’t say that. Don’t say anything”. El próximo tiro es una toma de trozos de lechón en una bandeja. Es en esta escena, quizás, en la cual suena un xilófono enigmático, aunque puede que sea en otra. En breve, el hijo de Lavoe tendrá alrededor de 34 años y se habrá convertido a la fe de la India, lo cual no tiene nada que ver con el viaje de Lavoe a Zaire, para hablar con un babalao.
La trama se mueve por espacios físicos sin límites estacionarios y por espacios emotivos sin rumbos concretos. Todas las habitaciones son la misma, algunos actores hacen más de un personaje (treta buñuelesca), la distancia entre punto A y punto B la dicta el capricho de lo parabólico. “We haven’t seen a talent like this... Yet!”, comenta alguien sobre Lavoe. Los personajes, igualmente, alternan entre el inglés y el español a merced de los caprichos del mercado globalizado. ¿Por qué hablan inglés, si es obvio que los actores no hablan inglés? ¿Por qué —contesto con otra pregunta— se habla inglés en Puerto Rico? Aquellos que sostienen que la pieza de Anthony Felton (monsieur le réalisateur) se presenta como una sátira del célebre artista de la Fania (basándose en la escena en que Carbonell rompe vicio) pasan por alto la gran aportación de la película.
En Lavoe: The Untold Story podemos ver por fin la representación jamás vista de la vida de Lavoe. La historia es untold, como reza el título, porque cuenta lo mal que la pasó el autoproclamado “cantante de cantantes”. Lavoe debió haber sido el desheredado tarambana y arrogante que retrata Carbonell, sin lugar a dudas. La versión de Marc Anthony, con ese gloss hipócrita de video de JLo, es una fantasía tonta y romántica, empaquetada por Sony Records para resucitar cheap thrills de nostalgia y nacionalismo manoseado. Aquí hay cero glamour. Esto es nitty gritty. Patético en serio. “I love drugs. They relax me. They give me ideas for new songs”, dice Lavoe. Sí, de eso se trataba. Atolondrados, presuntuosos, desaliñados, y a veces hasta doblados. Así eran estas pobres almas. La vida de Lavoe estuvo mal iluminada y fuera de foco: thus…
Alguna crítica insignificante he escuchado acerca de la película. Iba algo así como “la vida de Lavoe merece que se lleve al cine con más destreza”. ¿En serio? ¿Será preferible reincidir en una versión sensiblera de la vida del cantante/adicto (como The Doors, Ray, etc.) que equiparar forma y contenido en una representación artística? Refiero una anécdota personal: yo también viajé una vez a Zaire para consultar a un babalao y la experiencia fue así de ordinaria como aparece en el film.
Hay muchas razones por las cuales estar vivo, y ninguna tiene que ver con Lavoe: The Untold Story. Ninguna, de hecho, tiene que ver con las vivencias (o canciones) de Lavoe. De otra parte, es admirable el arrojo con que los involucrados en esta película se prestaron para “terminarla”. Echando a un lado la gran cantidad de obstáculos que se les presentaron en el camino, dijeron: ¡vamoa darle! Obviaron consejos, profecías, señales divinas y, sin dinero, sin equipo, sin libreto y finalmente sin actores se dieron a la tarea de llevarnos su obra a la pantalla de plata. Como manifestación de intrepidez, se perfila cual gran ejemplo para aquellos cineastas jóvenes que, sin medios económicos o artísticos, quieren realizar sus sueños. La madre de Lavoe no hubiese aceptado ni un ápice menos.
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Los insultos públicos al actor Raúl Carbonell, hijo, por parte del productor y director Anthony Felton le ganaron una nueva demanda por incumplimiento de contrato y daños y perjuicios que sobrepasa el medio millón de dólares.
El protagonista de la película Lavoe: The Untold Story entabló una reclamación de cobro de dinero por incumplimiento de contrato contra Felton, en su carácter personal y comercial (Felton Entertainment), aduciendo que éste le debe $59,300 del total de $100 mil que se le pagaría por su trabajo; el 5% de la ganancia neta de la película, más $20,000 para gastos de honorarios de abogados.
Este reclamo incluye a Caribbean Cinemas entre los demandados.
La reclamación de daños y perjuicios por libelo, en tanto, establece que el demandado incumplió con el pago estipulado por contrato y comenzó a difamar al actor, “ocasionando daños a su reputación, a su imagen y a su profesión”.
Entre las calumnias citadas se menciona que el demandante tiene “el cerebro pequeño”, que es un “hijo de la gran...”, un irresponsable, un animal y poco profesional.
Estos insultos, se alega, le han provocado “daños irreparables” a la profesión de Raulito Carbonell, por lo que solicita una compensación de $300 mil más $100 mil por las “angustias y sufrimientos mentales” ocasionados y la imposición de $20,000 para los honorarios de abogados. El intérprete de “Papo Swing” no quiso emitir comentarios, en su lugar refirió a su abogada Xaira Santiago.
La demanda con fecha del 17 de febrero de 2011, además, solicita una petición de “cese y desista” contra el productor Anthony Felton y director para que no emita más “comentarios falsos y adversos” contra el artista.
La semana pasada la compañía Mi Gente Films, presidida por Pablo Colón Santiago, entabló una demanda contra el director Antonio “Anthony” Felton en la que reclama $1.5 millones por incumplimiento de contrato, de la producción de la película Lavoe: The Untold Story, daños y perjuicios.
La compañía Mi Gente Films, presidida por Pablo Colón Santiago, entabló una demanda contra el director Antonio “Anthony” Felton en la que reclama $1.5 millones por incumplimiento de contrato, de la producción de la película Lavoe: The Untold Story, daños y perjuicios.
El documento legal, que se presentó ayer en el Tribunal de Primera Instancia del Centro Judicial de Ponce, establece que Mi Gente Films no ha recibido ninguna ganancia a pesar de haber invertido $300 mil.
La demanda expone que, según el contrato entre las partes, a Mi Gente Films le corresponde un 70 por ciento del dinero recaudado por el filme en los teatros y devedés, cedés y contratos con cadenas televisivas.
Además de reclamar por las ganancias, se exige esta cantidad de dinero por “todas las ganancias que la parte demandada ha tronchado por sus actuaciones para con la película”, en referencia a las críticas desfavorables que tuvo el filme basado en la vida del cantante puertorriqueño Héctor Lavoe. El actor Raúl Carbonell interpretó al salsero.
El escrito establece que la compañía era el “único ente jurídico autorizado a mercadear la misma y sus productos derivados, siendo ella la única con autoridad para realizar contratos relacionados con dicha película y la llamada a negociar con la asistencia del señor Antonio Felton Troche, con la distribuidora que tenga a bien de seleccionar, para la exhibición en teatros a través del mundo”, lo que presuntamente no se ha incumplido.
Primera Hora intentó obtener una reacción de Felton, pero no contestó las llamadas.
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