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COMUNICADO Y MANIFIESTO A TODA LA COMUNIDAD CINEMATOGRÁFICA,
SENADORES Y REPRESENTANTES
QUE TRABAJAN EN LAS ENMIENDAS DE LA LEY DE CINE 121,
PRENSA Y PÚBLICO EN GENERAL
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
DEL FORO ABIERTO CONVOCADO POR
EL ARCHIVO NACIONAL DE TEATRO Y CINE Y LA SECCION DE CINE
DEL ATENEO PUERTORRIQUEÑO,
LA ASOCIACIÓN DE PRODUCTORES CINEMATOGRÁFICOS Y AUDIOVISUALES (APCA)
Y LA COMUNIDAD CINEMATOGRAFICA DE CINEMOVIDA,
el día 18 de diciembre de 2010 en el ATENEO PUERTORRIQUEÑO.
Reunidos en Foro Abierto representantes de las tres organizaciones convocantes y un nutrido grupo de miembros de la comunidad de cine, se abrió a discusión la situación de inconformidad, los problemas y desavenencias, así como precisas recomendaciones que propone la comunidad cinematográfica puertorriqueña en relación a recientes declaraciones de la Oficina de la Corporación de Cine relativas a los fondos de repago de la LEY DEL FONDO CINEMATOGRÁFICO Núm. 121 del año 2001, así como de los procesos de convocatoria y selección de la referida Ley, entre otros.
Escuchadas y recibidas una docena de ponencias y otras más participaciones de importantes representantes de la comunidad cinematográfica puertorriqueña, se sintetizaron sus planteamientos a las siguientes solicitudes, que se elevan a los senadores y representantes que según ya es conocido, se encuentran en proceso de revisión y enmiendas de la referida Ley. El Foro Abierto declara:
1) Exigir que se hagan públicos y se provean a los interesados copias de las auditorías realizadas a los usos del Fondo Cinematográfico Ley 121 (2001) al cumplimiento de sus diez años de formación.
2) Se solicita que se elimine de la referida Ley 121, las dos convocatorias anuales que hacen al fondo para que la misma sea una convocatoria abierta durante todo el año.
3) Se solicita que en la Junta Directiva de la Corporación de Cine se incluya un miembro de la Asociación De Productores Cinematográficos y Audiovisuales (APCA), quien es la organización que representa a la gran mayoría de los realizadores cinematográficos de Puerto Rico.
4) Se solicita que se revise el concepto de préstamo como único mecanismo de financiación de películas y se considere el subsidio como alternativa. Que dichos subsidios se atemperen a las cantidades reales necesarias para la finalidad del proyecto.
5) Se solicita que en la revisión de la Ley 121, se provean las condiciones para la creación de una Alianza Público Privada en conjunto con la Corporación de Cine de Puerto Rico, para crear una oficina que desarrolle un sistema de distribución de cine puertorriqueño a nivel nacional e internacional.
6) Como parte de las revisiones de dicha Ley, se viabilice la posibilidad de que la Ley 362, Ley de Incentivos para la Producción fílmica en Puerto Rico, pueda servir más efectivamente a la producción de cine puertorriqueño.
Respetuosamente sometemos esto a la consideración de las autoridades legislativas que en este momento trabajan en revisiones de la Ley 121, y que se brinde espacio para dialogar, consultar y recomendar enmiendas o reformulaciones de la misma, a la luz de estas propuestas.
Hoy, 20 de diciembre de 2010, San Juan de Puerto Rico
ARCHIVO NACIONAL DE TEATRO Y CINE
SECCION DE CINE DEL ATENEO PUERTORRIQUEÑO
ASOCIACIÓN DE PRODUCTORES CINEMATOGRÁFICOS Y AUDIOVISUALES (APCA)
CINEMOVIDA
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Cinefilia
Maldeamores del director Carlitos Ruiz Ruiz supo identificar y atacar su mercado en Puerto Rico, pero fracasó en los mercados extranjeros, en particular Estados Unidos. La distribuidora que compró los derechos de venta, Maya Releasing, “intentó venderla como película latina a la masa latina”, según Mariem Pérez Riera, editora y co-productora del filme, “pero esa audiencia en realidad no ve películas latinas, ve películas de Hollywood. Debía venderla como cine arte”. Especula que Maldemaores le hubiera ido mejor en los cines “art house” y atraen una audiencia que busca una selección de películas extranjeras e independientes. Desgraciadamente, Maya controlaba los derechos de distribución y los productores no tenían voz en cuanto a cómo vender su película.
Parte de la lección de Maldeamores, según Pérez Riera, es que el éxito financiero de una película “no depende de Puerto Rico, depende de otros mercados.” Para eso los festivales de cine y mercados internacionales como Cannes, Berlín, San Sebastián, Venta Sur en Argentina, son muy importantes para lograr llevar nuestras películas a mercados extranjeros.
“Coge tu película y viaja”, recomienda Cynthia Wiesner de Wiesner Distribution, veterana de muchos festivales y mercados donde va a comprar películas nuevas para traer a Puerto Rico. “Tienes que viajar. La película es el mejor pretexto para conocer gente. Puede gustar o no puede gustar pero ya tienes un acercamiento con la gente.”
Gracias a su premiere en el Festival de Cine de Tribeca, Ruiz y Pérez Riera consiguieron representación con Creative Artist Agency (CAA) que le abrió muchas puertas en Hollywood. Pero igual, es posible vender una película en los mercados y hacer una ganancia.
“Yo conozco a un australiano que hizo su película en fílmico, con un actor de True Blood, en $800,000,” cuenta Ángel Manuel Soto, director del cortometraje 22 weeks con el que viajó al Festival de Cannes el año pasado. Red Hill de Patrick Hughes, una película de vaqueros que se desarrolla en el “outback” de Australia, fue comprada por Sony Pictures en el Festival de Cine de Berlín. Sony la distribuyo en 12 territorios. “Antes que saliera en los cines ya había recuperado todo el dinero” gracias a esa venta, explica Soto.
El ejemplo de Red Hill es un contraste al de Maldeamores que costó unos $1.2 millones y que, cuatro años más tarde, todavía no ha logrado recuperar la inversión. Es un punto en el que todos los que entrevisté coincidieron: las películas que se están haciendo en Puerto Rico son muy caras. Por ende hay mucho menos dinero para mercadeo y publicidad, y es mucho más difícil lograr una ganancia.
“Para equivocarse más hay que hacer más y más barato”, dice Wiesner, que compara las películas hechas en otros países con presupuestos muy debajo del millón de dólares pero con historias sumamente efectivas. “Darle a una película $1,200,000 me parece grandísimo. Imagínate cuantas películas habrán hecho con ese presupuesto en Cuba, por decir algún sitio.”
La Corporación de Cine de Puerto Rico reconoce estos problemas y está haciendo una serie de talleres, encuentros y “master classes” con expertos que traen de afuera, tanto de Estados Unidos como otros países, para darle a cineastas locales las herramientas para adaptar el cine local a un modelo más viable y crear productos más fáciles de vender con éxito.
“Hay muchas maneras de hacer cine,” establece Nadia Barbarossa, productora ejecutiva de la Corporación de Cine. “En el taller de ventas y distribución se estableció que el cine en español tiene un mercado en particular y una estrategia de ventas, mercadeo y publicidad. Hay que ser bien honestos, entender tu mercado y saber hasta dónde llega tu producto fílmico.”
El “bottomline” sigue siendo la historia. Volviendo al ejemplo de Elsa y Fred y el secreto de su éxito, Wiesner agrega, “Elsa y Fred tiene un excelente guión, unos muy buenos actores, está muy bien interpretada, y mira la historia: no dice nada más allá del amor en la tercera edad.”
Esa sencillez, una buena historia, es lo que va vender una película, de mano con una campaña de publicidad estratégica y una distribución efectiva. Pero todo tiene que ser en servicio de la historia. “La gente quiere que le cuentes una buena historia y ser entretenidos,” concluye Soto. “Todo es un valor añadido a la historia.”
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Cinefilia
Por 76 semanas—año y medio— una película sobre una pareja de viejitos estuvo en cartelera en Fine Arts Cinema. Ocupaba solamente una sala pero nunca estaba vacía y el único mercadeo era algún anuncio en el periódico y el póster en el mismo cine.
“Cuando yo compré la película y vi el póster pensé, uy, dos viejitos, no son conocidos, y en Puerto Rico…” cuenta Cynthia Wiesner de Wiesner Distribution, la compañía que compra y estrena películas extranjeras e independientes en los cines de Puerto Rico y la República Dominicana. “Y en realidad el secreto del éxito de Elsa y Fred [del director Marcos Carnevale] es un misterio.” Pausó para pensarlo. “El boca a boca. Hay que trabajar el boca a boca”.
El boca a boca o “word of mouth” como se le dice en inglés, las recomendaciones de amistades, familiares, seguidores de Twitter, amigos de Facebook, es sólo una parte de la herramienta más importantes del cineasta una vez terminada la película: el mercadeo. El tema surgió cuando hace unas semanas atrás me perdí el Taller de Venta y Distribución, Prensa y Mercadeo y Festivales auspiciado por la Corporación de Cine de Puerto Rico. Usando el taller como impulso, realicé una investigación sobre lo que considero uno de los obstáculos más grandes que enfrenta el cine local.
“En producción somos unos masters”, aclara Nadia Barbarossa, productora ejecutiva de la Corporación de Cine. “Ahora le estamos dando duro a la escritura, el financiamiento y la distribución que es donde nos quedamos cortos.”
Esos tres conceptos están más relacionados de lo que uno se imagina. Desde el desarrollo del guión el cineasta tiene que estar consciente de su audiencia—identificar el “target”.
“Hay mercado para todo,” puntualiza Ángel Manuel Soto, director y productor que logró vender su cortometraje 22 weeks en el mercado de Cannes y que tiene un trasfondo en publicidad. “Tienes que identificar el mercado y atacarlo. Y trabajar con lo que uno conoce.”
Y eso comienza con la historia.
“Si voy a estar escribiendo algo”, continúa Soto, usándose como ejemplo, “yo empiezo a ver desde la premisa, en mi mentalidad de publicista, el “unique selling proposition” (ventaja diferencial) para el mercadeo.”
La película La casa muda de Gustavo Alonso, un filme hecho en Uruguay, que costó 7,000 euros y no tiene actores conocidos, logró destacarse dentro de su género y se vendió por más de un millón de euros en el mercado de Cannes (incluyendo los derechos para un “remake” estadounidense pautado para Sundance 2011). El mercadeo de esta pequeña película de horror enfatiza lo que la diferencia de otras películas del mismo género: es inspirada en hechos reales, la película entera es una sola toma de 78 minutos y fue filmada con una cámara de fotos. Su one-liner: “Miedo real, en tiempo real”, jugando con el concepto de la toma continua y el real time que fue popularizado por la serie de televisión 24 y que llamó mucho la atención en la película de Alfonso Cuarón Children of Men. Su tráiler, que fue difundido por internet donde logró llamarle la atención a la compañía de ventas Elle Driver, explota estos atributos.
Por su lado el productor tiene que separar una gran parte del presupuesto para mercadeo y distribución, que incluye pósters, flyers, banners, copias de la película, blow up de digital a 35mm, viajes a festivales y mercados, anuncios en los medios…
“El presupuesto de una película no acaba en la posproducción”, explica Wiesner, “sino hasta que la película llega al cine. Hay que guardar ese espacio de dinero para promoción, marketing.”
Ese fue parte del gran éxito de Maldeamores de Carlitos Ruiz Ruiz, una película que combinó un guión fuerte (aunque con sus fallas) y una campaña de mercadeo icónica—el corazón con la curita.
Antes que ese corazón llegara a las carteleras de Plaza Las Américas, ya su público conocía a Maldeamores. En noviembre hicieron una presentación limitada de dos semanas en Fine Arts para cualificar para la nominación al Oscar. Originalmente no iban hacer publicidad ya que el estreno oficial no era hasta febrero—el mes del amor— pero sí hicieron un poco de relaciones públicas, algunas entrevistas por televisión y en los periódicos. Esa presentación fue un éxito sin precedentes para una película local.
“Antes que llegaras al cine, en el parking te decían que si ibas a Maldeamores que ya estaban vendidas todas las tandas”, cuenta Mariem Pérez Riera, editora, co-productora y esposa de Ruiz. La película fue de una sala a tres y se extendió por una semana más.
Pero aunque Maldeamores supo identificar y atacar su mercado en Puerto Rico, fracasó en los mercados extranjeros, en particular Estados Unidos... ¿Qué hicieron mal?
** Próximamente: Visibilidad, pt.2: Mercados.
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Cinefilia
A veces los legisladores tienen momentos de lucidez. Y aunque en el caso del Proyecto del Senado 1833, “Ley de Incentivos Económicos para la Industria Fílmica de Puerto Rico”, por poco meten la pata de manera extraordinaria con la “zona única de cine”. Probablemente, los Representantes—después de largas horas encerrados en el Capitolio en un día feriado, cuando ya las corbatas y los tacos le molestaban— se dijeron, “Eso de la zona única, como que, es mala idea.” Y en la Cuarta Sesión Ordinaria en la legislatura—la presión de Jorge Santini ya en niveles peligrosos— aprobaron el Proyecto 1833, sin la zona única.
El Proyecto 1833 busca fomentar la industria de cine “creando incentivos contributivos para atraer capital extranjero” (vea la nota entera aquí). Esta estrategia ha funcionado muy bien hasta ahora. Hemos explotado carros en el Teodoro Moscoso, llenado el Castillo San Cristóbal de piratas, convertido a Bayamón en Baghdad… Es claro que la industria de cine en Puerto Rico está creciendo. Lo que los legisladores anoche acertaron, a pesar del cansancio y la hora, es que si crean limitaciones, como una zona donde apliquen ciertos incentivos mientras que en otras no, van a cortarle las patas a la industria que está generando tanto millones de dólares para el pueblo de Puerto Rico. La idea es fomentar el crecimiento de este sector, no limitarlo a Dorado.
Aclaro, sin embargo, que eso no quiere decir que el cine puertorriqueño esté creciendo con el mismo impulso.
Porque aun con tantos incentivos, recursos y planes para seguir trayendo producciones a la Isla, todavía quedamos chiquito para el volumen de proyectos que se podrían filmar aquí—en particular las producciones locales. Es una triste realidad que los proyectos locales, al no traer presupuestos multi-millonarios con ellos y no contar con un publico dispuesto a invertir en él, generalmente no encuentran espacio dentro del calendario de producción ya sobrecargado de la industria de cine en Puerto Rico.
Una observación que hizo Roshelle Berliner, una diseñadora de producción de Nueva York que vino a Puerto Rico con la película “Life During Wartimes” de Todd Solonz, es que si hay un proyecto grande en la Isla, el resto de los proyectos sufren. Se quedan cortos en cuanto a equipo de producción y recursos disponibles. Su proyecto coincidió con “Men Who Stare at Goats,” la megaproducción de George Clooney.
“No habían suficientes personas,” observó Roshelle. “Y aunque los ‘set dressers’ eran de los mejores con los que he trabajado”, le faltaban personas claves en el departamento de arte porque la mayoría estaban trabajando en la película de Clooney. Aparte de eso, habían problemas de inventario para materiales básicos como madera en Home Depot, algo que suena ridículo pero que no lo es considerando que en una película es importante poder resolver “on the fly” y cuando no hay los recursos necesarios eso se traduce en una pérdida de mucho dinero y tiempo.
Si ese fue el caso para un película de $4.5 millones (según boxofficemojo.com), es hasta peor para las producciones locales que no llegan ni a $1 millón.
Filmando el cortometraje “Ráfaga”—ganador de mejor dirección y de mejor actriz en el Cinefiesta 2010—la directora y productora Michelle Malley-Campos se encontraba continuamente empujando las fechas de producción—que no pasaban de tres días—porque su equipo de producción tenía que trabajar otros proyectos que surgían a último momento. Eso ponía en riesgo sus “locations”, la disponibilidad de equipo de filmación que estaba cogiendo prestado o alquilando, disponibilidad de sus actores que estaban trabajando de gratis… Y eso fue un corto.
En el caso de un largometraje es hasta más difícil encontrar las personas, el tiempo y los recursos porque requieren una inversión mucho mayor de tiempo, dinero prestado y favores pedidos con pocas posibilidades de hacer su dinero de vuelta o que se vean por más de dos o tres semanas en Fine Arts. Y hay más en juego porque aunque el dinero invertido no sea mucho en el universo fílmico (lo que llaman proyectos “low-” “ultra-low-” o “no-budget”), para sus creadores es una inversión importante.
Así que, felicito a los legisladores por su apoyo a la industria de cine en Puerto Rico. Ahora, ¿qué hacemos con el cine puertorriqueño?
En 1991 publiqué el siguiente pensamiento:
La producción cinematográfica es la industria perfecta para Puerto Rico. Esto, porque es intensiva en mano de obra, promueve trabajo bien remunerado en uno de los sectores de mayor desempleo: artistas, escritores, artesanos y creativos en general; sin contaminar el ambiente ni malgastar los recursos naturales de la Isla. Es un producto altamente exportable que a la vez proyecta la imagen de la Isla. Fomenta el turismo y la confianza en todo nuestro ambiente industrial. Mas de quince años después, sigo creyendo lo mismo. Ahora con la convicción que presta la historia. La pregunta obligada es ¿por qué cine? Y no otra industria. Como por ejemplo la pesca industrial, qué por alguna razón extraña no logra levantar cabeza a pesar de haber muchos peces y muchísima agua a todo alrededor. Y otra pregunta obligada es ¿por qué sigo con el
mismo planteamiento casi una generación mas tarde?
La primera pregunta es la más fácil de contestar. Mas fácil aun para un cineasta. Porque no existe ninguna otra industria como el cine. Primero, es una artesanía que en ocasiones logra transformarse en arte, en una genuina expresión artística
personal.
Sin embargo es un arte construido por decenas de artistas, cada uno especializado, actores incluido. Pero no sólo del arte se nutre el cine. Conlleva el apoyo de docenas de obreros: carpinteros, electricistas, chóferes, pintores de brocha gorda. A
todos estos, le tenemos que añadir los técnicos especializados en las herramientas de la producción cinematográfica. Luminotécnicos, Tramoyistas. La lista no se acaba.
El cine abarca el drama más profundo, sirviéndose de escritores y dramaturgos, a la vez que abraza la mayor liviandad con la comedia burlesca. El cine puede ser épico, heroico, histórico, como puede ser intimo, sujetivo, y poético. El cine puede
ser lo real o lo inexistente. Surrealista o fantasioso. El cine puede ser documental o noticioso. El cine puede ser todo.
Quiero que consideren por un momento que de lo único que hemos hablado es sobre la producción de la película. Y como saben todos los que hemos hecho una película eso es sólo una parte de la industria, quizás la más divertida para muchos pero es solo una parte. Se nos quedan los abogados y los contables. Los bancos, las aseguradoras y los especialistas en mercadeo y publicidad. Tampoco podemos olvidar las exigencias de las uniones en su empeño de proteger al trabajador.
Completamos este inventario de los interventores en el cine, con el exhibidor y el distribuidor, claro contando con el laboratorio que imprimió las copias de exhibición y avances. En el cine análogo Kodak se hace dueño de una buena parte del presupuesto. O, perdón, se me olvidaba el ingeniero de sonido, la música original compuesta para la película, los músicos que la interpretaron, el mezclador de las pistas, y el software necesario para completar la pista en el formato 5.1.
Sí, son muchos los empleos directos que genera el cine. Para entender porque el cine es tan especial hay que mirar más allá de los números y estadísticas.
Hay que mencionar el aspecto social, cultural y educativo del cine. El cine nacional es un espejo del pueblo. Ese reflejo educa. A veces con intención de educar de llevar un mensaje y a veces sin querer queriendo, pero ese cúmulo de imágenes en movimiento acompañadas de dialogo y música siempre deja una siembra de ideas. Semillas que pueden señalar un cambio de rumbo para una sociedad. O la necesidad urgente de cambiar el rumbo, como nos sucede ahora. Una película en distribución tiene más alcance que un libro, una revista, o un periódico. No necesariamente es más
importante que los anteriores, pero el cine tiene la ventaja. Todo el mundo lo entiende: grandes y chicos, académicos y analfabetas. El cine no requiere notas al calce. Cuando la
cámara cuenta la historia todos sabemos de que se trata, aunque desconozcamos el idioma del diálogo. Por eso cada película, cada una de las películas que hacemos o queremos hacer, es importante.
Como si todo esto fuera poco, el cine es también un negocio multimillonario, de abarque global. Un país que pueda sostener una industria de cine está preparado o listo con la infraestructura necesaria para sostener cualquier industria. Si Puerto Rico puede alcanzar el éxito con una industria de producción de cine, podemos alcanzar el éxito en cualquier otro renglón industrial.
Creo que esto nos debe dar una clara idea de porque el cine es único. Tanto como una industria, como una expresión artística, y de un enorme significado social.
A la segunda pregunta obligada puedo comenzar a responder con que nosotros tenemos una historia de cine. El cine no es algo que últimamente se ha puesto de moda en la Isla. Es una pasión de casi cien años y mucho más de cien películas. Algunas décadas, como la del 1940, fueron de escasa o ninguna actividad. Y la más reciente década, a lo opuesto, de una productividad extraordinaria. La discusión que por décadas llevamos, se ha resuelto. Hay producto para vender.
Prácticamente todos los meses se anuncia, o estrena una película. Claro, la mayoría sin contratos de distribución ni pantallas de exhibición, pero son productos que están disponibles a la venta. Productos que pueden empezar a suplir los canales de distribución y las tablillas de los detallistas de películas.
En estos últimos años, apoyado por los geométricos adelantos en la tecnología de procesar la imagen en movimiento, se ha creado una plataforma de producción que permite la creación de la casa productora compuesta por un sólo individuo. Se ha
liberado el cineasta de la ‘colectividad obligada’ que todavía exige el cine análogo. Se ha liberado de contabilizar las horas de edición permitiéndole trabajar el tiempo que requiere la película no el tiempo limitado por el presupuesto. Los más complejos efectos visuales están a la distancia del software, o el plugin que sea. Todo esto es, como dice el refrán publicitario: nunca antes visto.
Cada día se inauguran nuevos medios de distribución. Lo que fue inimaginable ayer, es hoy una realidad. Exhibir una película en el Internet es cosa común y ver esa misma película, o tu película favorita, en el teléfono móvil también se ha hecho común. Estas nuevas plataformas de distribución y exhibición están en su mero comienzo, en pañales. Las posibilidades, el potencial, que ofrece la red mundial electrónica son incalculables. Casi infinitas. Y muchas están ahí ahora. Esperando a que a alguien se le ocurra como aprovecharlas.
Gracias a los esfuerzos de la Asociación de Productores, APCA, por primera vez tenemos un sistema de financiación de películas que busca superar las deficiencias del mercado comercial de financiamiento. Si se suman los distintos incentivos a la producción y distribución de películas, el cineasta en Puerto Rico cuenta con el mejor portafolio de incentivos en el planeta. ¿Qué existen críticas a los procedimientos? Es cierto, pero críticas siempre van ha existir. ¿Qué hace falta mejorar
y agilizar los procedimientos? También es cierto, pero de que hay los incentivos, los hay.
La educación en cinematografía también ha tomado pie firme. De cursos y talleres desconectados que ofrecen varias instituciones, como esta Fundación que nos regala este valioso Festival. Se ha formalizado la educación con ofertas de maestría en la escritura del guión por la Universidad del Sagrado Corazón. Bachilleratos en comunicaciones en casi todas la universidades y el recientemente aprobado grado asociado en cinematografía ofrecido por el CCAT, el cual tengo el privilegio de coordinar. Hasta hace poco lo más cerca al cine que se podía estudiar en la Isla para grado académico era
drama o teatro.
Para los que están más interesados en conocer sobre el cine que de la aventura de hacerlo se estará anunciando en unos meses la apertura de la Filmoteca Nacional de Puerto Rico, una iniciativa de la Corporación de Cine. La creación de esta
filmoteca nace de la realización que hace falta proveer apoyo a un programa para el desarrollo de la cultura cinematográfica. Proveerle al cineasta, al estudiante, y al público en general, la experiencia de un cine clásico fundador del medio, la experiencia de un cine nacional que recuenta las costumbres y preocupaciones de generaciones pasadas, la
experiencia de un cine mundial con la continua exploración del lenguaje cinematográfico. Proveerle al cineasta, sin restricciones comerciales, pantallas de exhibición para la producción nacional. Y asumir la responsabilidad de iniciar una
gestión educativa popular en pos de aumentar la preferencia por un cine nuestro.
Creo que he enumerado suficientes razones para hacer cine y hacerlo hoy mismo. Razones que justifican este esfuerzo colectivo entre la empresa privada, con o sin fines de lucro, el gobierno y la sociedad civil. El cine como industria abarca todos los renglones de la sociedad: comercial, cultural y educativo. El cine nos permite expresarnos como pueblo y ganarse un sueldo mientras lo haces. El cine puede canalizar esa creatividad nacional que encontramos a diario. Somos un pueblo de artistas y artesanos. En el cine hay espacio para todos los gustos y colores. El cine puede dejar un reguero pero no contamina. El cine recicla lo que consume. Para nosotros el cine es la industria perfecta. Todas las piezas están en su lugar. Agarren con ambas manos esta oportunidad que nos brinda estos tiempos modernos. Se acabaron las excusas. Se
hace industria, haciendo cine.
Pero antes de que salgan corriendo a filmar su proyecto quiero, por un momento, que tomemos conciencia de que lo que hacemos es importante. Lo que hacemos va más allá del empeño de un individuo en contar una historia. Va más allá de simplemente complacer un público y entretenerlo por un rato. O ganarse un dinerito. Lo que hacemos puede cambiar el futuro, puede enseñarle a un pueblo el camino a seguir, o la mala costumbre que debemos dejar. Puede motivar a un niño o un joven a seguir una carrera, o profesión. Puede despertar en la imaginación de un pueblo la esperanza de un mejor futuro.
Por esto nosotros los cineastas tenemos que tomar nuestro oficio en serio. Tenemos la obligación de hacer un cine pertinente. Somos responsables del mensaje que proyectamos aunque pensemos que no lo hay. Somos responsables
también de las consecuencias que provoque ese mensaje. Consecuencias que posiblemente no imaginamos, ni esperamos.
Hagamos películas, pero hagamos un cine nuestro.
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cinemovi